Las tierras agrestes del Cañón del Chicamocha y el trabajo del hombre exigían que la alimentación proveyese de toda la energía que necesitaban para mantenerse en pie. Es por esta razón que la gastronomía santandereana es abundante, sustanciosa y, por su puesto, deliciosa.
Además, la especie que mejor se adaptó a este territorio de pendientes tan marcadas fue el cabro, que se convirtió en el plato típico más representativo del Cañón.
El cabro, o cabrito, se puede preparar al horno o sudado, depende del gusto, y se acompaña de pepitoria que es un arroz hecho también de derivados de este animal; de yuca y del ají que no puede faltar en la mesa.
La carne oreada es una herencia gastronómica de los indígenas guanes que secaban u oreaban al sol la carne de las reses para conservarla por más tiempo, de ahí su nombre. Tiene un sabor dulzón que se lo da la panela y que junto con el adobo, le otorgan ese gusto tan irresistible y peculiar.
Y no puede faltar el afrodisiaco, como son conocidas comúnmente las hormigas culonas, símbolo de antaño de la cultura santandereana. Las hormigas, una vez recolectadas, se llevan al sartén y se salan al gusto. Son una delicia que no se puede dejar pasar.
¡Ven y vive tú también el encanto majestuoso del Cañón del Chicamocha!