Los inicios de la población del Cañón del Chicamocha datan de los indígenas guane. Ellos habitaron estas tierras hasta que fueron desterrados tras la llegada de los españoles en el siglo XV.
La mayor concentración de indígenas guane estaba ubicada en la zona de la Mesa de los Santos (antes Mesa de Xerira); en el margen oriental del río Suárez y en una parte de la ribera del río Sogamoso. También se han encontrado sus rastros en Jordán, Socorro, San Gil y otros municipios de Santander.
Los guanes fueron notablemente agrícolas y sus cosechas servían para el intercambio comercial con las poblaciones vecinas. Producían maíz con el que elaboraban arepas o chicha; ahuyama, habas, yuca, tabaco, fique y algodón que tejían con gran destreza para crear productos textiles que llegaron a ser la base de la industria santandereana.
Los vestigios de vasijas encontradas a lo largo y ancho del Cañón demuestran que la alfarería y el gusto por lo estético eran parte importante de su cultura. La cerámica era labrada y pintada con detalle, al igual que los tejidos y los pictogramas que se conservan, principalmente, en los abrigos rocosos, o pequeñas cuevas, de la Mesa de los Santos.
En cuanto a su conformación social, cada comunidad Guane era liderada por un cacique y algunos capitanes. Algunas veredas y municipios, especialmente los que se ubican sobre la provincia Guanentá, llevan sus nombres en honor a ellos.
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